Cuando el sentimiento me invade y el corazón se me hincha (no
precisamente de felicidad) me llegan unas
imperiosas ganas de escribir. Me pongo frente a la computadora decidida a sacar
todo aquello que quisiera decir e inmediatamente una revolución de ideas y sentimientos
se apoderan de mí. No tienen forma ni orden, mientras trato de ordenarlos, mi
corazón late más fuerte, algo se hincha tanto en mi garganta que me cuesta
pasar saliva, se humedecen mis ojos dando paso a una incontrolable tormenta.
Después me pregunto ¿por
qué? ¿para qué? ¿por quién? Y la luz al final del túnel me da la respuesta “por
mí”, por sacar todo aquello que me hace mal, para limpiarme, para sanarme, para
sacudirme y renacer. Para liberar todo eso que si se queda aquí me convertirá
en lo que no quiero ser.